El Gobierno ultima un primer borrador de la ley de startups, lo han anunciado por activa y por pasiva diferentes miembros del Gobierno, el último, el Presidente en Moncloa hace escasos días. Esto es un hecho cierto que debe llenarnos de satisfacción a todas las organizaciones, emprendedores y actores del ecosistema que llevamos tiempo peleando por ello.
En las últimas semanas hemos podido leer y escuchar las medidas que debe contemplar esta ley, medidas sobre las que hay un amplio consenso en el sector y también en la mayoría del arco parlamentario. Nos referimos a un amplio paquete de desgravaciones fiscales para emprendedores e inversores, el impulso del talento a través de la modificación del régimen fiscal de las stock options y un nuevo modelo de VISA para emprendedores e inversores, así como un nuevo papel más activo del sector público eliminando burocracia, impulsando una regulación más inteligente con el modelo de sandbox como nuevo paradigma e invirtiendo en colaboración con el sector privado y los fondos.
Pero ¿por qué insistimos tanto desde la Asociación en que se apruebe una ley donde se incorporen este paquete de medidas de políticas públicas?
La Asociación lleva cuatro años planteando que es necesario disponer de un instrumento legal como una ley para impulsar el ecosistema de startups en nuestro país. No es un capricho. Es cierto que España sería pionera en tener una ley específica para las startups -de hecho, podemos confirmar que se está generando mucha expectación con esta posibilidad en ámbitos europeos-, ya que en otros países se están impulsando medidas concretas para el sector sin esta categoría legal, pero consideramos que teniendo en cuenta el modelo económico y social español se necesita una norma con rango de ley que reconozca la singularidad de la startup como modelo de emprendimiento innovador.
Creemos que esta ley será determinante para el futuro del ecosistema. Por varias razones:
Primero, porque a pesar de toda la pedagogía que hemos hecho tanto nosotros como otras asociaciones entre los ámbitos políticos e institucionales todavía hay dudas y cierto desconocimiento de cómo trabaja una startup, de su cultura, de sus modelos de negocio, así como del impacto que tiene el ecosistema en la sociedad. Las medidas aisladas que puedan tomarse corren el riesgo de no tener en cuenta esa singularidad y pueden acabar siendo poco eficaces.
Segundo porque una ley deja un poso que impacta más en lo estructural, mientras que una medida aislada siempre será coyuntural. Un conjunto de medidas estructuradas generan sinergias entre ellas y el impacto es exponencial sobre la realidad. Marca un camino a seguir, un antes y un después. Incluso aunque se terminara aprobando una ley que no fuera todo lo ambiciosa que nos gustaría (nosotros nos dejaremos la piel para que sea de largo alcance y cubra todas nuestras demandas), se podría seguir mejorando con el paso del tiempo. Con una ley se crea un marco legal de referencia, en el que podríamos seguir hablando en el futuro, pero ya con el mismo lenguaje tanto en el ámbito político, como en el ecosistema de emprendimiento. Las asociaciones europeas de Startups estamos planteando a la Comisión Europea que pida a todos los países miembros que impulsen unas bases mínimas de Startup Nation para evitar la fragmentación entre países e impulsar la internacionalización y un mercado único para todas las Startups europeas. Esta ley se enmarcaría en ese contexto.
Tercero, porque la aprobación de una ley de Startups tendría un indudable efecto catalizador sobre las inversiones internacionales en nuestro ecosistema. Un ecosistema que ha madurado y crecido pero que tiene todavía muchas potencialidades que no acaban de aprovecharse. Una ley de startups generaría un efecto llamada en ámbitos internacionales que se retroalimentaría con el enorme talento que existe en nuestro país. La Ley de Startups puede y debe ser el punto de inflexión que el ecosistema español necesita para dar el salto de competitividad y de impulso que necesitamos.
Todavía queda mucho trabajo por hacer y nos volcaremos en estas próximas semanas, pero somos moderadamente optimistas y pensamos que a finales de este año tendremos aprobada esta ley de Startups. La ley de startups está recogida en el acuerdo de Gobierno entre los dos partidos que forman la coalición de Gobierno, con lo que compromete a los dos. Esta ley de startups aparece en todos los documentos que ha presentado el Gobierno en materia de transformación económica, como por ejemplo la Agenda Digital 2020-2025. Y en tercer lugar, y no menos importante, la ley de startups se ajusta como un guante al tipo de reformas económicas para impulsar la digitalización y la transformación económica que forman parte de lo que pide la Unión Europea a España para acceder a los Fondos Europeos de Reconstrucción. Finalmente, hay que señalar que a pesar de la situación política, existe también un cierto consenso en los grupos parlamentarios en torno a los ejes principales que debe contener la ley.
El Gobierno sabe a través de las conversaciones que tenemos con sus representantes que queremos que sea una ley participativa. Hay que hacer una ley con el ecosistema. No queremos una ley intervencionista, sino una ley ágil, que regule de forma inteligente y huya de la burocracia y libere los nudos que todavía atenazan a las startups españolas para crecer e internacionalizarse. El Gobierno conoce también que puede contar con la Asociación Española de Startups para resolver todos los problemas y dificultades hasta su aprobación final. Pero el ecosistema no puede esperar más, cada mes que pasa sin la ley el ecosistema español pierde competitividad respecto a otros ecosistemas donde sus gobiernos están impulsando medidas de largo alcance como Alemania, Reino Unido y Francia. No queremos que nuestros emprendedores ni nuestras startups se queden fuera de las grandes ligas. Nuestro trabajo ahora es ser exigente y tender la mano al Gobierno, y también al resto de grupos parlamentarios, para que se apoyen en el ecosistema y aprobemos una ley de startups ambiciosa y a la altura del talento de nuestros emprendedores e inversores.