Las startups, sobre todo las que nacen y crecen en Europa, afrontan sus retos diarios con nuevas problemáticas derivadas de la regulación existente y de una opinión pública crecientemente sensibilizada ante nuevos conflictos que surgen con la revolución tecnológica y los cambios acelerados a los que asistimos en nuestras sociedades.
La cultura de las startups nacida en un entorno como el de Silicon Valley hace más de dos décadas, se enfrenta ahora a una nueva era regulatoria. Desde un modo de hacer que consistía en la disrupción y la conquista ultrarrápida de un mercado o, como se ha dicho tradicionalmente “primero hacer y luego preguntar”, estamos pasando a un modelo más estratégico que debe contemplar, en función del modelo de negocio y del vertical del que estemos hablando, el impacto en términos sociales y el posible riesgo regulatorio en todas las fases de crecimiento de la startup.
Esto no es una novedad. Muchas empresas tienen dificultades para comprender e integrar en sus modelos el llamado entorno de “no mercado”, donde actúan agentes como gobiernos, agencias públicas, administraciones, sindicatos, asociaciones ciudadanas y un largo etcétera, que influyen de forma decisiva en los mercados. El riesgo de minusvalorar este entorno puede ser muy grave. En el caso de las startups, por su propia y frágil estructura, mucho más.
Las disrupciones de las startups y la tecnología han generado en la sociedad impactos muy positivos que debemos cuantificar mejor de lo que se ha hecho habitualmente, pero también se ha producido un creciente malestar en diferentes ámbitos sociales hacia el mundo tecnológico que no conviene ignorar y que requiere una gestión normalizada como otro tipo de aspectos de la actividad diaria de la startup.
Para ello, existen profesionales de Public Affairs o Asuntos Públicos, especializados en la gestión de las relaciones que van a tener las empresas con estos agentes del entorno al margen del mercado y de los posibles riesgos regulatorios. Cada vez resulta más decisivo para adquirir y mantener la ventaja competitiva adquirida en el mercado, tener una gestión adecuada de Asuntos Públicos. Además de lo anterior, debemos ser conscientes de que la sociedad es más exigente con las compañías en sus enfoques en torno a la sostenibilidad, al impacto social o a las nuevas demandas sociales.
Es por ello por lo que resulta fundamental para las Startups, desde la propia gestación de la idea y de su piloto, contemplar en su estrategia de desarrollo la variable Public Affairs. Igual que en las Startup Schools, en las incubadoras y en las aceleradoras, los fundadores reciben formación en materia de marketing, finanzas, recursos humanos o comunicación y deberán comenzar a tener formación especializada en Asuntos Públicos. De hecho, entre los socios de la Asociación Española de Startups, esta es una de las crecientes preocupaciones.
Esta necesidad será más acuciante ya que crece el número de Startups en verticales muy regulados como Fintech, eHealth, educación o Techpet, por poner solo algunos ejemplos, o en general porque muchas startups están llegando a disrumpir sectores que se encuentran en una fase muy temprana de digitalización y de innovación. También porque las tecnologías e innovaciones más avanzadas que hace poco podían sonarnos a ciencia ficción comienzan a ser una realidad y generarán crecientes fricciones en la sociedad. Y en último término, porque crece el número de startups que están comenzando a resolver problemas sociales y económicos de los que tradicionalmente se ocupaban gobiernos y ONG.
Por todo ello, desde la Asociación Española de Startups recomendamos siempre tener la opinión de un asesor especializado en esta materia e integrar desde el principio esta variable en la estrategia de negocio; ser más estrategas a la hora de innovar; tener claro que es mejor colaborar con los gobiernos en vez de enfrentarse a ellos; ver a tus clientes y consumidores también como ciudadanos; y afrontar la regulación no ya desde un punto vista reactivo y a la defensiva, sino de forma más proactiva, emulando a las artes marciales: utilizar la fuerza de tu adversario a tu favor. De eso saben mucho las startups.
Las grandes startups ya tienen departamentos especializados en public affairs, public policy o relaciones institucionales. Muchas de ellas lo han hecho cuando ya habían comenzado a tener problemas de impacto regulatorio o conflictos. Es mejor prevenir que curar. Nunca es tarde para incorporar recursos humanos o contratar consultoría externa en la materia. Cuanto antes se haga, y si es con carácter estratégico, mucho mejor.
Por último, los servicios de consultoría de public affairs que existen en el mercado también deberán evolucionar y adecuarse a la cultura y formas de trabajo de las startups. Los tiempos de un proyecto, las acciones y las estrategias, deben ser redimensionados para que las Startups puedan aprovechar estos servicios e integrarlos en sus estrategias. Esto pasa necesariamente porque los consultores de Public Affairs conozcan bien los modelos de negocio de las Startups. El gap existente entre ese modelo de consultoría más tradicional y el que demandan las Startups debe cerrarse.
Agustín Baeza.
Director de Asuntos Públicos de la Asociación Española de Startups.